Isla Negra, nº 383
Antonio Arroyo Silva
Islas Canarias - 1957
De: Poética de Esther
Hughes
Desmerece salir y sembrar
una espina,
que la rosa es el pez
alongado a las tejas
y le duele a mi voz su
fragancia de escama.
Quien la arranque del
quicio no abrirá más la puerta,
no girará el ocaso en la
jamba absoluta
porque el ocaso es jamba en
las redes del hambre.
No clavarla ni hundirla al
dolor de los pétalos,
ni escanciar sus axilas en
las lluvias sangradas
cuando la aurora fulja en
espaldas de nube.
Desmerece salir a nombrar
lo innombrable.
Nada dice al bejeque, no le
importa siquiera
ser la oreja del sueño o el
refugio del grillo.
REGRESA solitaria y, al
despuntar la noche,
ya se ha ido a otra parte a
desangrar su hondura.
Nada esperan las uñas. Del
tiempo, nada arañan
sino aquella soledad de
regresar al nido
de una fila azulada de
cartones y palos
que apilan las gavillas, las atongan y orean,
hacen nudos y enhebran la
desazón a sales
secundarias del sueño.
Avellanar la sombra
y que corran chavetas por
los peces del humo.
Coletea el cuchillo y el
ensueño detrás
cuando la piel regresa
solitaria y desnuda
a envolver el abismo en cajitas de
nube.
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